Hay sentimientos que no pueden describirse con palabras.
Grandes autores se han aproximado con bellas metáforas a soslayar sentimientos,
de los más diversos que oscilan entre el amor y el odio, el furor y el desanimo,
pero quien escribe lo único que tiene de grande es el talle.
Y me encuentro aquí, en las vísperas, escribiendo desde el
aire, sabiendo que mañana será uno de los días más importantes de mi vidita estúpida,
quizás el más.
Acudiendo al manual de frases hechas, en su página 152, lo
que está a punto de sucedernos (en esto la incluyo a mi esposa que, presumo,
tendrá un rol un poco mas importante que el mío, si obvio, es irónico mi
comentario) es un hito que marcará el resto de nuestras vidas.
Mañana a esta hora, ya vas a estar decorando nuestros días,
ya nada va a ser igual, quizás alguna vez leas esto y te mates de risa,
imaginarte riendo me hace estallar el corazón.
Nada nos fue fácil, pero tenerte entre nosotros es demasiada
recompensa, es el sol entrando por la ventana tras la tormenta, la brisa en el
estío, lisa y llanamente el amor.
Que ganas tengo de verte cada día aprendiendo, observando, escuchándolo
todo, que puedas absorber todo el amor que anda dando vueltas estos días, cuánto
tiempo esperándote, como decía Fito Páez, “Que bello Abril”.
Tantas veces te soñé, que ni puedo creer que estés tan llena
de vida, con tantas ganas de venir, azotando la hermosa panza de tu madre, recuerdo
las peregrinaciones a Lujan, esos atardeceres hermosos en la ruta, cuando casi
sin fuerzas te imaginaba y me dabas fuerzas para llegar y hoy, a horas de
conocerte, entre aturdido y sentimental te espero con ansiedad y alegría.
No sé nada de lo que va a venir, ni sé si estaré a tu
altura, tu mamá seguro que sí, ya lo hizo en estos meses sacrificándolo todo
para que estés bien, el amor, nunca va a faltar, eso es lo único que te prometo.
Mañana a esta hora una nueva luz brillará en las noches, mis padres serán abuelos, y su hijo será padre
por primera vez.
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