Cuantas veces escuchamos en el trabajo, en el transporte público,
en un bar o en el supermercado la penosa frase “Hay que prender fuego las
villas”, de que estamos hechos?. Tanto odio hay en nuestra sociedad, gente que
se pone feliz por un cáncer, por una muerte, por el dolor ajeno.
Y ahí están pendientes los medios, cotizando el valor de las
vidas, en una suerte de bolsa de comercio, en la que la sangre no siempre tiene
el mismo color, si el color de la piel oscurece.
Casi siempre me impactan las muertes de personas que van a
trabajar y, ya sea por un accidente o por inseguridad, ven sus vidas arrancadas
impunemente, como pasó con el chico de 19 años en Lomas de Zamora que fue
atropellado salvajemente por, justamente otro chico de 15, inimputable él, con
su mama vacacionando en Brasil, cuando veo como trataron el tema los adalides
de la moral tengo que citar nuevamente al músico rosarino y decir que me dan
Asco, lo del pibe fue una tragedia, un accidente, una travesura, si el color de
la piel oscurece estarían hablando de bajar la edad de la imputabilidad.
Días atrás muere de manera dudosa una modelo, ni muy
conocida ni muy desconocida, una pena que muera una chica de 27 años, pero la
exacerbación de la belleza hace todo morboso, y si es rubia mas, la muerte no
distingue ni colores de piel ni de cabello ni belleza ni fealdad, aunque los
comunicadores nos quieran hacer creer lo contrario.
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