lunes, 30 de agosto de 2010

Visitas


Días atrás les comentaba que me había puesto a Dieta, bueno, llegan mas novedades del lugar en donde todos los meses me depositan dinero por mis labores diarias.
Llegan al país, desde el centro del mundo (Que esta al norte de nuestro continente, al sur de Canadá y al norte de México) inversionistas que van a representar a la empresa en la que me desempeño.
Por ende, todo se ha revolucionado en mi ámbito laboral, los pisos relucientes, jabón liquido en el baño, un cartel que roza el patetismo con estrellitas azules y rojas que parecen sacadas de una película típica de adolescentes universitarios que juegan a ese deporte que se parece al Rugby pero con uniformes de astronautas, con Letras Grandes enumerando a nuestras ilustres visitas debajo de un Welcome que a mas de un chico le generaría pesadillas.
Y me pregunto (siempre ando haciéndome preguntas de difícil respuesta) porque tanta devoción, si cuando se hace negocios con gente de esos Lares, generalmente toman el máximo ofreciendo lo mínimo.
De donde viene esa admiración a una cultura que tiene tanto de nosotros como un trineo en Río de Janeiro.
Entonces me retrotraigo a mi adolescencia, allá por los 80, y recuerdo que todo lo que veíamos eran películas de la Meca del Cine, en la que tipos con un honor inquebrantable se metían en edificios llenos de orientales malos, todos cinturones negros de todas las artes marciales que existen en este planeta y sus alrededores, provistos de armas de ultima generación, rescataba a una hermosa joven, rubia obviamente, solo valiéndose de su valentía y su fuerza, a veces con solo un palo de madera y luego de semejante faena la besaba mientras le curaban las heridas.
O bien mirábamos series en las que veteranos de Vietnam armaban agencias para resolver problemas, y podían resolver cualquier cosa, desde la explotación a unos pobres vecinos que eran acosados por alguna mafia, generalmente de latinos inmigrantes ilegales muy malos, muy feos y muy sucios o bien rescatar a la misma chica rubia que siempre se mete en edificios llenos de orientales que tienen todos las características que le soslaye párrafos arriba.
Ya en los 90 nos conmovíamos con las terribles consecuencias de la guerra de Vietnam, como a chicos hermosos, jugadores de ese deporte que les enuncie, todos parecidos a TOM Cruise, volvían mutilados y decíamos que fea que es la guerra, menos mal que a nosotros nunca nos paso algo así, nunca mandamos a nuestros chicos a una guerra a lugares inhóspitos, creo que Malvinas fue algo parecido, pero no eran chicos lindos como TOM que mandamos a las islas, eran así como morochitos.
Y andábamos con ganas de dolarizar nuestra economía, si un peso valía un dólar, entonces porque no usar billetes con esos próceres tan Cool, si En el gran país del norte no paraban de elogiarnos, éramos sus mejores alumnos y en algún momento el alumno supera al maestro.
Pero ya en los 2000 algo paso, o bien no nos esmeramos lo suficiente o bien lo que nos dijeron los diarios y los noticieros no era tan real.
Llegan los visitantes, a nuestra empresa bien al sur de continente y en el sur del conurbano, nuestro empresario deslumbrado les señala el cartel con un rústico “It’s For You” lo miran con desprecio (no los condeno por ello), y no dejo de sentir vergüenza.

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